Sinopsis:
Joyce Conway recuerda cosas que no debería. Conoce bien las callejuelas adoquinadas de París, aunque jamás ha visitado esa ciudad. Todas las noches sueña con una niña rubia cuya identidad ignora. Justin Hitchcock se ha divorciado y está solo e inquieto.
Llega a Dublín para impartir un seminario sobre arte y conoce a una atractiva médica que lo convence de que done sangre. Es lo primero que sale del corazón de Justin en mucho tiempo. Cuando Joyce abandona el hospital después de un terrible accidente, con su vida y su matrimonio hechos pedazos, se muda a la casa de su anciano padre. Entretanto, la abruma una intensa sensación de déjà vu sin que logre entender por qué… En esta entrañable y mágica historia, la joven autora que nos deslumbró con Posdata: te quiero hace gala de una madurez como escritora que sin duda le reportará muchos nuevos lectores
Mi opinión:
Me ha encantado y sorprendido gratamente al igual que todos los anteriores libros de Cecelia Ahern.
En esta historia Joyce, la protagonista, sufre un grabe accidente, lo cual provoca que la ingresen y que sea necesario un trasplante de sangre. A partir de ese momento, aunque su vida se desmorona ante sus ojos, sufre un gran cambio.
Le gusta el café, cuando antes sólo bebía Té, le gusta la carne aunque antes era vegetariana, sabe hablar Latín y otros idiomas, entiende de arte, y le son familiares lugares donde nunca ha estado antes....
En fin, no voy a contar más porque desde luego este es un libro casi obligatorio para leerse, y si sigo escribiendo sobre la trama, al final voy a terminar contándolo todo.
Solo me queda decir, que siempre que termino un libro de esta autora, pienso, ¿De donde se saca estas ideas tan maravillosas y poco comunes? ¿Cómo puede tener una imaginación tan especial y maravillosa una persona?
En definitiva, leerlo porque no os arrepentiréis.
Por último y como homenaje a esta gran escritora voy a poneros unas frases que me han cautivado:
Cierra los ojos y mira la oscuridad.
Deprisa, deprisa,deprisa. Siempre vamos con prisa, nunca vamos sobrados de tiempo. Siempre estamos tratando de llegar a alguna parte. "Tendría que haber salido hace cinco minutos", "ya tendría que haber llegado".
Cuando te sientes más débil que nunca terminas demostrando más fuerza, cuando estás en lo más bajo de repente subes más alto de lo que jamás has estado. Esos opuestos son colindantes y es muy fácil alterarlos. La desesperación puede alterarse por una simple sonrisa de un desconocido; la confianza puede convertirse en miedo por la llegada de una presencia molesta.
Todo está al borde, siempre a ras de la superficie, una leve sacudida, un temblor, hacen que las cosas caigan. Tan semejantes son entre si los sentimientos.
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